viernes, 31 de mayo de 2013

A un adios




Me dejaste en medio de espinas, inmersa en la desilusión de unos besos que nunca fueron, alojada en un te amo, que sonó a campanada de iglesia que retumbo y retumbo y se desvaneció en la nada, se esfumo como encanto por tú parte aquel sentimiento, me quede con mi amor dormida en el lumbral de los sueños, sin ganas de despertar y mirar el mundo vacío que me dejaste, nunca es suficiente el amor para quien lo recibe, la felicidad en lo inexistente cobra caro el tiquete de viaje a la realidad,  pero quien gano no fue siempre el que dijo adiós; aunque lo haga buscando su propia felicidad, me dejaste dormida sin ganas de despertar a los recuerdos, a la belleza de un amor que te pertenecía, se quedo adornando mi cuerpo como una primavera de soledad pero; aprendí que cuando se ama se deja partir y aprendí que aunque se ame no siempre se es feliz. Cuando mi sueño se agote quiero despertar mirando el horizonte con otra expectativa, sin olvidar que no soy perfecta y que el  príncipe azul solo existe en los cuentos de hada, que nunca es tarde cuando se aprende y que perdiendo también se gana, con la reflexión que la vida sigue, que contigo o sin ti el cielo puede ser bonito, que contigo o sin ti el amor nacerá en un punto de la hora o en otro puerto, que la felicidad sigue invitándome  a despertar como es natural, con las misma ganas de amar y encontrar el complemento que necesito para sentirme realizada. Tu adiós fue la enseñanza que viviendo se aprende a vivir y que fallando se aprende a mejorar. Entre tanto dormida me quedo esperando; tal vez que me despiertes con un beso, sin olvidar que si despierto, contigo o sin ti, seguiré viviendo.



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