domingo, 12 de febrero de 2012

EL y ELLA



El firmamento era perfecto para el cuadro de sueños que se tejía aquella mañana la ilusión de un alma solitaria salía a la caza, se posteaba sobre el pavimento esperando  encontrar la mujer soñada, de repente  vio una espectacular imagen femenina, dirigió unas palabras halagadoras sobre aquella musa de sueños, los susurros  eran sordos  a su presencia, no era tan importante hacerle caso a un desconocido y necio transeúnte. Ante tal indiferencia el se volcó casi que apresurado, ella sintió las sombras que emanaban de el a sus espaldas, el corazón latía mil por horas ante esta presencia que emergía de la nada, el adelanto el paso y estando muy cerca le hizo una pregunta; casi como evadiendo contesto rápidamente la mujer, sintiéndose  perseguida sin si quisiera interesarse en seguir dando mayores detalles, el persistente mantuvo su paso junto al de ella, que se hacia cada vez mas presuroso; mas distante yacían las respuestas de aquella mujer y mas cercanas las palabras de aquel hombre, que con su insistencia tajante decidió presentarse: Encantado me llamo “El” para no pasar des airosa responde  mi nombre es “ELLA”; creo que por aquel sitio se le hace mas fácil su camino, No, respondió él, mi camino justo es preciso por el suyo. Sin perder ocasión el desconocido hombre expuso alguna otra pregunta, ella fue tranquilizando sus sentidos ante el extraño que guardaba su camino. La insistencia de “EL” casi que obligaron a darle posada a su compañía, sin embargo la sabiduría de este y su habilidad innata le otorgaron un premio, el número telefónico; algo mezquina y prevenida pauso para darlo con resquemores; pero el destino ya estaba servido. Ambos conservaron los datos del otro. “EL” fue cumplido en llamarle el próximo día. “ELLA” expectante ante la insistencia de aquel simpático caballero  con algun temor no se negó a darle una cita.
El día justo llego “EL” ansioso esperaba a quien tanto interés le causo: “ELLA” acompañada de prevenciones  llego a la cita, el quito su sombrero y ella miro sus ojos bellos y luminosos, no tardo en darse cuenta de lo bien parecido que era, los temores del anterior día no le permitieron ver tan portentosa estampa. Con aplomo departieron ambos el primer encuentro, el se veía radiante ante la compañía de la dama  y el interés mutuo fue creciendo paulatinamente cada día;dando paso  así al encanto del amor.
Los  signos del  amor  pueden ser inusuales, son casi siempre el trazado de un camino de paso al destino, como quiera que se llame a la bandeja servida del amor. Esta en cada quien apostar por el  o dejarlo ir.

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